Por regla general, la gente relaciona la palabra “ansiedad” con algo malo o
negativo y no como lo que es (lo veremos a continuación). Por otro lado, cuando
sufrimos ataques de ansiedad, estamos más pendiente de los síntomas que tenemos
(dolores de estómago, taquicardias, sensación de asfixia, etc.) que en entender
lo que nos está pasando. Pensamos que nos vamos a morir y que cada vez estamos
más débiles. Desafortunadamente, estos pensamientos consiguen que nos sintamos
cada vez más ansiosos y perdamos la autoconciencia. Por lo tanto, el primer
paso para gestionar con éxito la ansiedad y coger el toro por los cuernos es
entenderla y reconocerla.
1. Es algo normal. Todo el mundo
experimenta esta sensación a veces. Por ejemplo, cuando se tiene una entrevista
de trabajo, en el momento previo a un examen o cuando estas montado en una
montaña rusa.
2. Es adaptativa. Es un sistema de
defensa de nuestro cuerpo que ayuda a protegerte de un peligro real (te permite
actuar ante un posible atropello cuando estas cruzando un paso de peatones).
Pero esta respuesta también puede ocurrir cuando, sin existir un peligro real,
nuestro cerebro lo interpreta como tal. Es en este momento es cuando se produce
el problema.
3. No es peligrosa. Aunque la ansiedad es
una respuesta preventiva-defensiva del cuerpo, puede hacernos sentir incómodos,
pero no es peligroso, debido a que, como se ha comentado con anterioridad, la
finalidad es protegerte del peligro.
4. No dura para
siempre. Cuando estás ansioso, la percepción es que va a durar para siempre y no se
va a ir. Sin embargo, la ansiedad es algo temporal que disminuye
paulatinamente.
5. Puede convertirse
en un problema. Es un problema cuando nuestro cuerpo reacciona como si hubiese un peligro
cuando este realmente no existe.
7. Los problemas de ansiedad son comunes. Uno de cada diez
adultos sufre de esta patología. Se estima que entre 1/5 y 1/3 de la población
la padecerá alguna vez en la vida.